Como cada año el Día Mundial sin Tabaco trae consigo la
oportunidad de que los medios de comunicación se hagan eco de la epidemia
silenciosa del Tabaquismo. Del tabaco se puede no hablar, mentir, hablar a
medias, o decir lo que la experiencia e investigación científica y médica
demuestran continuamente.
En su libro “The Cigarette Century”
(El siglo del cigarrillo), el historiador Allan M. Brandt narra la
escalofriante historia de una matanza industrial. Refiere que los mayores criminales
del siglo XX no fueron Hitler, Stalin ni Mao Ze Dong, ni las peores mortandades
las que causaron las 2 guerras mundiales o las epidemias masivas. El criminal
más dañino, el virus más letal ha sido el CIGARRILLO, que cada año mata actualmente
en el mundo a 5.000.000 de personas a consecuencia de la evolución de la
superpoderosa industria tabaquera y sus perversas campañas publicitarias. Ésta
nace en 1881, cuando el ingeniero de Virginia James Bonsack inventa, patenta y
perfecciona la máquina de liar cigarrillos, sustituyendo a nivel industrial a
las personas que hacían tabaco de forma manual. Después, las acertadas,
perversas y multimillonarias campañas publicitarias tras la primera guerra
mundial dirigidas a la masculinidad, la libertad y el sexo; los vaqueros de Marlboro
y el camello; Hollywood con Humphrey Bogart, Paul Newman, Clark Gable, Spencer Tracey, John Wayne,
Bette Davis y en España Sara Montiel “fumando espero”, hicieron el
resto. Curiosamente, algunos de estos promotores del humo fallecieron a
consecuencia de enfermedades graves por fumar, pero los medios de comunicación
nunca mencionaron al causante de su muerte,…“falleció debido a una larga
enfermedad”…. Recientemente Paul Newman (cáncer de pulmón).
Paradójicamente, en el actual siglo de las tecnologías y la
comunicación, existe una sospechosa ausencia de información pública especializada
sobre el tabaco y las consecuencias del tabaquismo, pero las cifras son las que
son. A día de hoy no hay duda de que 56.000 españoles mueren prematuramente al
año por fumar, 4.600 cada mes, unas 150 al día. No hay duda de que fumar está
directamente relacionado con padecer enfermedades cardiovasculares, pulmonares
y tumorales (cáncer varios). No hay duda de que la nicotina como droga, el
amoníaco que multiplica su poder adictivo, y los más de 4.500 componentes
químicos del cigarrillo, sumergen al fumador en el circulo vicioso de la adicción.
Cuando esto ocurre, la libertad del individuo se mueve a merced del hábito, la
costumbre y del síndrome de abstinencia, popularmente llamado “mono”.
Según se desprende de las inversiones estatales en recursos
y campañas de sensibilización y concienciación ciudadana en los principales medios
de comunicación, los ciudadanos fallecidos por accidente de tráfico, por violencia
doméstica, por accidentes laborales,… deben ser mucho más importantes que los ciudadanos
que mueren por tabaquismo. Por accidentes de tráfico fallecen al año en España
lo que en un mes por tabaquismo. Por violencia machista fallecen al año en
España lo que en pocas horas por tabaquismo. Sin embargo todos los noticiarios
se hacen eco diariamente y de la forma más sensacionalista posible, de
afectados por gripe porcina, de muertes en carretera, de fallecidas a manos de
sus parejas o exparejas, como si de un recuento macabro se tratara o una
competición comparativa entre años. Si tenemos en cuenta estas mismas estadísticas,
se diría que las constantes campañas funcionan. Así se demuestra en el caso de
los fallecidos en accidentes de tráfico, que agraciadamente ha visto reducidas
sus cifras ¿Por qué pues el estado no invierte en campañas de sensibilización
contra el tabaquismo si los fallecidos por esta causa multiplican por 15 a los que lo hacen en la
carretera?.
Parece ser que no interesa. Es sabido que cuando un fumador
compra un paquete de cigarros, aproximadamente el 80% del precio va a parar al
Estado en forma de golosos impuestos, que suponen ingresos multimillonarios a
las arcas públicas. También es cierto que el Estado tiene que atender y gastar en
recursos sanitarios para los que sufren las consecuencias de fumar, pero al
final el balance es positivo. Concretamente, en 2008 el Estado recaudó por
impuestos de venta de tabaco unos 9.200 millones de euros, se generan
anualmente gastos sanitarios por importe de 6.700 millones. El resultado, unos 2.500
millones de euros directos de beneficio e indirectos en forma de ahorro en
prestaciones de jubilación, ya que la esperanza de vida de los fumadores se ve
claramente reducida.
Los no fumadores se preguntan por qué el Gobierno, tan abanderado
y progresista para algunas cosas, es tan conservador para otras; por qué tan
abanderado de la igualdad y garantista de derechos en causas minoritarias, y
tan lento y pasivo en otras mucho más relevantes y urgentes. Los no fumadores se
cuestionan por qué siendo mayoría (70% de la población), el gobierno sigue
favoreciendo claramente a la minoría fumadora, y se preguntan para cuando una
ley que reconozca de una vez por todas su derecho fundamental y vital a
respirar aire limpio sin humos en todos los espacios públicos cerrados. Cada
año fallecen en España aproximadamente 3.000-3.500 personas que no fuman, por
las mismas enfermedades que los fumadores, por verse expuestos continuamente a
respirar humo de cigarrillos en hogares o sitios de trabajo donde aún se
permite fumar (bares, cafeterías, pubs, discotecas,…).
Este tipo de leyes crean siempre polémica, eternos y arduos debates
entre fumadores y no fumadores. Los primeros argumentan que se les coacciona su
libertad, los no fumadores se preguntan dónde quedó su libertad, desde hace
décadas obligados a padecer un humo que nunca eligieron respirar en sitios de
trabajo, transportes, ocio. Los fumadores argumentan que los no fumadores son
libres de elegir el sitio donde quieren ir a tomar un café o una caña, los no
fumadores se preguntan ¿cuántas cafeterías, bares o discotecas existen donde no
esté permitido fumar y se respete?. Los no fumadores argumentan que el humo de
los coches y la industria también es perjudicial, los no fumadores se preguntan
¿qué será más fácil y viable, evitar fumar en sitios cerrados o borrar del mapa
los coches y las fábricas?. Curiosamente estos mismos debates los tuvieron en
su día Irlanda, Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Italia, Suecia, Inglaterra,
Malta, recientemente Lituania, Francia y Croacia, países donde no está permitido
fumar en sitios públicos cerrados. ¿Cuáles han sido las consecuencias de la
aplicación de la ley en estos países?, únicamente positivas: clara reducción de
enfermedades asociadas al tabaquismo pasivo y del número de fumadores.
Estas medidas llegarán irremediablemente a España, esperemos
más pronto que tarde, y como en los países de referencia, salvo las polémicas
anteriores, no pasará absolutamente nada. Los no fumadores verán reconocido su
derecho a respirar un aire sano y los fumadores que estén en sitios cerrados
asumirán que si quieren fumar deberán hacerlo al aire libre o en sitios específicamente
habilitados, exactamente igual que hicieron ante la Ley de Tabaquismo para
sitios de trabajo y transportes públicos, cuyas polémicas se esfumaron como el
humo de sus cigarrillos, considerándose actualmente algo normal.
De las industrias tabaqueras qué decir. De siempre hemos
visto y vemos en las cajetillas de tabaco como aparecen sólo 3 ingredientes
(nicotina, alquitrán y monóxido de carbono). El 21 de Octubre de 2007, El País
publicó un artículo con titulo “Ingeniería de precisión para esclavizar al
fumador”. En el mismo se detalla que Altadis, tras años de presiones, comunica
a Sanidad una lista con 289 aditivos que se incluyen en el tabaco. En esta
lista se observan anestésicos contra la irritación, broncodilatadores para
inhalar más, antioxidantes para intentar reducir los casos de cáncer; cacao y
regaliz para dar un sabor dulce al tabaco y broncodilatar para que se inhale
más y mejor; mentol para minimizar la tos; aromas y salseados que hacen el humo
menos irritante y más tolerable. En EEUU la industria reconoce 600 aditivos. Pues
bien, investigadores independientes han identificado 4.722 sustancias. De
ellas, 400 son tóxicas, 45 cancerígenas, 12 gases mortales. La prueba de que el
tabaco es un instrumento de ingeniería química muy sofisticado para atraer y
enganchar al fumador la tenemos en los años setenta, Philip Morris comenzó a
usar aditivos, entre ellos el amoníaco, para multiplicar el efecto adictivo de
la nicotina haciendo necesario fumar cada vez más para conseguir el mismo
efecto. Desde ese momento su marca estrella Marlboro pasó de un discreto segundo
plano a ser la primera en ventas en el mundo.
Es paradójico que las tabaqueras se cubran las espaldas y
ganen procesos judiciales sobre afectados argumentando que “fuma el que quiere”.
Yo más bien diría que “fuma el que no puede dejarlo”, porque ya se encargan de
ello nicotina y precisos aditivos que generan una poderosa adicción que condiciona
la voluntad, libertad y poder de decisión de los fumadores.
Una evidente prueba del tremendo poder del cigarrillo para
enganchar la tenemos en algunos médicos que, conocedores de primera mano de las
terribles consecuencias del tabaco en la salud, fuman. Paradójicamente son
referentes sociales de salud. Lamentablemente lanzan a la sociedad un mensaje confuso
y contradictorio, …“no debe ser tan malo cuando ellos fuman”.
Mentiras y gordas las del Gobierno, la de los principales
medios de comunicación, las de la industria tabaquera. La evidencia científica
y médica especializada no deja lugar a dudas, dejar de fumar es la decisión más importante que un fumador puede tomar
en su vida.